Te extraño, cariño
en mi nido tu sonrisa
de hajos y plumas
porque levianos
como si fuerán manos,
una trás una
aferrando en la brisa
su instante de aguiño
en todo tu hueco aceno
que encerra el amor de gorra
qual una madre en su hijo
hilando en el cuerpo bedijo
trillos de su modorra:
mi cuerpo de ti ajeno
si ti es en mi tajada
a tus mistérios y olores
a tus dedos y dientes
escurriendo en mi sueño.
Yo que sin un amaño
y tu una rica serpiente
atosigando en rigores
hasta la boca que empapa.
Carol Bensimon.